Está obra convoca soluciones irrisorias que no aplican a lo convencional, su montaje hace referencia a una estética de manualidades listas para el juego de la representación, un humor físico que conecta con el imaginario propio de la infancia e universal, balanceado por la morbosidad de ver a sus personajes en su faceta más despreciable y honesta. Siendo una absurdamente divertida e imaginativa experiencia teatral que no aliena a su público adulto. Creemos que está obra representa la naturaleza muchas veces cíclica del poder. Y a pesar del tiempo no se siente anacrónica y su mensaje es aplicable a nuestros tiempos.